Uno de los aspectos fundamentales de la arquitectura, uno de sus pilares, es el inconformista. Y no hay nada más inconformista que dibujar el futuro de una manera nueva y denatural, pero por naturaleza.

El siglo XX se guió por el industrialismo, los avances tecnológicos y un sentimiento frenético de que la humanidad avanza proporcionalmente a lo que construye. Y se ha construido mucho. Erigimos ciudades tras ciudades, metrópolis que eran funcionales pero que también eran símbolos de lo que es posible con nuestra capacidad técnica. Las preocupaciones sobre el impacto futuro de esta capacidad a menudo se han dejado en el camino.

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Nació un nuevo siglo, y estábamos cubiertos por la gran sombra de los rascacielos de acero y cemento, a menudo frente a los problemas creados por una arquitectura capaz pero insostenible. La ciencia y, curiosamente, las viejas costumbres, ahora parecen ofrecer la respuesta para seguir construyendo un futuro, pero esta vez más verde, más acorde con nuestras necesidades, pero también con las del planeta que, al no haberse construido, sigue siendo nuestro hogar.

¿Cómo se logra una construcción "verde"? Los avances científicos y tecnológicos de los últimos años han puesto a disposición del sector de la construcción nuevos materiales, más ecológicos, más eficientes y resilientes. Los ladrillos, por ejemplo, se están reinventando gradualmente, a medida que se presentan los ladrillos hechos de plástico reciclado, caracterizados por su alta durabilidad y por permitir la conexión entre ellos, sin el uso de morteros.

La implementación de una estrategia de construcción sostenible tiene el potencial de evitar 84 giga toneladas de CO2 para 2050, suficiente para limitar el aumento de la temperatura global.

(Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente)
 
 

¿Cómo se logra una construcción "verde"? Los avances científicos y tecnológicos de los últimos años han puesto a disposición del sector de la construcción nuevos materiales, más ecológicos, más eficientes y resilientes. Los ladrillos, por ejemplo, se están reinventando gradualmente, a medida que se presentan los ladrillos hechos de plástico reciclado, caracterizados por su alta durabilidad y por permitir la conexión entre ellos, sin el uso de morteros.

También la incorporación de materiales naturales como el bambú o soluciones aún más atrevidas que utilizan placas de un compuesto derivado de setas como aislamiento térmico son formas de construir sin destruir. De forma más consensuada, el creciente uso de equipos que generan electricidad renovable, como los paneles fotovoltaicos asociados a los paquetes de baterías, reduce la dependencia de los hogares y edificios comerciales de la producción eléctrica convencional.

La construcción sostenible también se ha adentrado cada vez más en el campo de la biomimética, simulando los comportamientos y soluciones que la propia naturaleza pone en práctica en sus "construcciones". Se han incrementado los proyectos arquitectónicos que utilizan soluciones como las cubiertas vivas, donde el uso de la vegetación sirve simultáneamente como aislamiento termoacústico, con una durabilidad superior a las cubiertas convencionales, permitiendo también un ahorro energético y una notoria mejora de la calidad del aire.

Muchas más son innovaciones, que se traducen en importantes ventajas. En el ámbito medioambiental, la construcción sostenible tendrá el potencial de reducir o revertir muchas de las causas del cambio climático a largo plazo. A nivel económico, también es más eficiente e incluso rentable, generando millones de puestos de trabajo y creando un mercado próspero. Finalmente, construir de una manera "verde" ya ha demostrado crear una sociedad donde las personas son más saludables, más inteligentes y, no menos importante, felices. Basta con mirar un ladrillo, e imaginarlo en un color diferente.